La unidad de lo disperso
Andreas Gursky, maestro de la imagen digital, expone sus últimos trabajos en el Museo de Bellas Artes de Basilea
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RODRIGO CARRIZO COUTO
05/01/2008
"Es una exposición que atrae a un público mucho más joven que lo habitual e incluso se llena de empleados y trabajadores tras el cierre de las empresas", explica la doctora Nina Zimmer, responsable de la muestra. Según la comisaria, "la explicación es que es un tipo de fotografía con la que todo el mundo puede identificarse y, en cierta medida, entender, pues sus temas están tomados directamente de la cultura popular". Temas como un concierto de Madonna, las discotecas alemanas de moda o las carreras de fórmula 1.
Una exposición recibida con auténtico fervor mediático y popular en la que dos tercios de las 27 piezas expuestas consiste en obra realizada en 2007, mientras que el tercio restante se presenta en público por vez primera. "Unas fotos que hablan de la globalización, la masa y sus representaciones". Según la comisaria, "ante un mundo en el que todo es fragmentario y en el que nos cuesta distinguir la realidad, Gursky intenta dar una visión de conjunto. Es una propuesta de unidad".
Una propuesta presentada en la imponente segunda planta del museo de la ciudad a orillas del Rin y que, a pesar de haber sido saludada con adjetivos como "magnífica, elegante y de monumental belleza" por la prensa, no obtiene unanimidad. Entre las voces disidentes destacan la del crítico de arte del influyente cotidiano de Ginebra Le Temps. Luc Debraine afirma que, "si bien es difícil resistirse a la virtuosa seducción de estas fotos", se muestra escéptico sobre la necesidad de unas fotografías gigantescas, que ocupan salas enteras. En su opinión, "no sería más que una estrategia destinada a intimidar al visitante". Otros ven en esa opción un deseo de equipararse a la pintura. Pero Nina Zimmer se defiende de las acusaciones diciendo: "Hoy ya no es necesaria la competencia entre pintura y fotografía, pues ningún coleccionista serio mide el valor de una foto por su tamaño. La obra de Gursky es interesante en sí misma, y no porque mida cuatro metros por tres".
La pasión por la fotografía le viene de cuna a Gursky. "Su padre era un reconocido fotógrafo profesional que nunca vio su trabajo como una forma de arte". El joven Andreas, nacido en Leipzig en 1955, recibió entonces esa influencia familiar y comenzó a desarrollar un trabajo que, al comienzo, intentó flirtear con la abstracción y las vanguardias hasta llegar al concepto actual a comienzos de los años noventa. "Aunque sus referencias son amplias y abarcan toda la Historia del Arte", comenta Zimmer. Seguirían estudios con Bernd y Hilla Becher, quienes serían su principal influencia, antes de realizar una primera exposición de su trabajo en el inusual marco del aeropuerto de Düsseldorf en 1987. El inicio de una andadura que le llevaría a un recorrido triunfal por las principales galerías y museos de Europa y América.
Es en 1991 cuando Gursky da el paso definitivo a la fotografía digital, abandonando película y químicos. "Es el gran pionero de la manipulación digital de imágenes", agrega Zimmer, "y alguien que evoluciona con su tiempo. Su uso de la informática más avanzada modifica la elección misma de la imagen, pues Gursky parte de un concepto digital y busca en la realidad los elementos que le interesan. Puede decirse que en su trabajo lo digital es primario y fundamental".
Un trabajo que le ha llevado a vender este año su díptico 99 Cent II por 3,3 millones de dólares. Es así que Gursky cuenta hoy con el envidiable privilegio de ser el fotógrafo que ha obtenido los más altos precios en el mercado mundial de la fotografía, rompiendo recientemente la "barrera imaginaria" de los dos millones de dólares por una obra suya, adjudicada en una conocida casa de subastas de Nueva York. "Es la foto individual más cara jamás vendida", precisa Nina Zimmer.
Fotos colosales, que quitan el aliento, realizadas a partir de la suma de hasta cien imágenes independientes manipuladas por ordenador y realizadas con diversas cámaras de placa ("Gursky no es un obsesivo de una marca o un tipo de cámara", aclara Zimmer) y tiradas sistemáticamente en una sola pieza. Toda una proeza tecnológica realizada en los laboratorios Gröger de Düsseldorf. "Que son líderes mundiales en esta tecnología y colaboradores habituales de muchos de los fotógrafos que trabajan tirajes gigantes", comenta la doctora Zimmer.
No son pocos los observadores que interpretan las fotos de Andreas Gursky como un discurso sobre la insignificancia del hombre. Sobre las derivas de una sociedad marcada por el exceso, la soledad, la uniformización y el anonimato. "Una Nada muy evidente en la serie de fotos realizadas en Pyongyang, que son una referencia directa a estos temas. Pero Gursky es igualmente un gran periodista y un excelente narrador que nos habla con precisión de los mitos que son importantes para el hombre de hoy", añade Zimmer.
"Personalmente, me interesa cómo define imágenes y temas que son relevantes para la sociedad actual", concluye la responsable de la exposición, "pero al mismo tiempo no es afirmativo ni crítico. Y eso es lo sorprendente: su neutralidad y su distancia; pues con esa actitud carente de mensaje único deja al espectador hacer su propio análisis". -
Andreas Gursky. Kunstmuseum Basel. St Allban-Graben 16. Hasta el 24 de febrero.
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Jose Llano
Arquitecto, Diseñador de Delitos & Coreografo del Deseo
editor aparienciapublica
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