Patrimonio como recurso cultural
Valparaíso como un caso
[CAPITULO de MEMORIA de TITULO / CCCV
JOSE LLANO]
¿Cual es el lugar del patrimonio?
José de Nordenflyncht
Chile no es país, sino paisaje
Nicanor Parra
José de Nordenflyncht
Chile no es país, sino paisaje
Nicanor Parra
Este recorrido que he seguido se deposita sobre una observación que deja en claro que el término sobre cultura junto a sus signos y discursos en este momento va mas allá, que una lectura solo de buenas intenciones. Yudice plantea a la cultura como un nuevo episteme, transformándolo en una huella cultural sobre la producción del sujeto en la ciudad, que es elaborada por la experiencia y además por la expresión de un asentamiento de conocimientos e historias de los modos de organización del sujeto. Es hoy dentro de la temática sobre el patrimonio de la humanidad, en Chile y en el caso de la ciudad de Valparaíso donde estos alcances y debates toman vereda a desiciones sobre las condiciones de patrimonio, pues veremos que no se trata de una colección de acepciones y tampoco de un rescate museográfico sino de una puesta en escena de la diversidad en acción inmaterial como referente cultural.
Para ello, acotare tres postura la primera como un campo de observación en relación a lo multicultural y como este tipo de procesos patrimoniales se ven de la mano con las contexturas sociales, cualidades en relación que hemos esgrimo desde los ultimo dos apartados anteriores (Signos y Discursos en rotación y Dialéctica socio-espacial y las prácticas culturales). La primera reflexión la inicia Néstor García-Canclini60, sobre la noción de patrimonio sobre culturas heterogéneas y diversas, continuare con la posición de la discusión de José Nordenflyncht y las nociones de patrimonio y patrimonio local esbozadas dentro del caso de Valparaíso, y terminare con la postura de Pablo Aravena que esboza desde las temáticas de Yudice en relación a Valparaíso como nuevos espacios emergentes culturales, podrían dar cuenta desde la diversidad y heterogeneidad una huella entrópica.
El patrimonio es una acepción que involucra territorio, por ende una construcción sobre recorridos de parajes y de intencionalidades de valores y de objetos que permiten reconocerlo como tal. Su lugar opera dentro del desarrollo histórico, y de las producciones de huellas del sujeto sobre la ciudad. Sin embargo durante parte de la historia han cambio sus lecturas no solo por el contexto cultural sino por los formatos de evidencia de conservación que modifican los valores estéticos de cada momento y que dependiendo de la sociedad se construyen como parte de cultura social. Esta plena conciencia de cómo determinadas representaciones tiene la facultad de construir un territorio-nación y ubica naturalmente al patrimonio nacional frente a ficciones de contexto que repiten o son capaces de repetir una historia como meta-relato. Hoy dentro del contexto cultural contemporáneo como una lucha material y simbólica sobre los principios metodológicos del patrimonio, se ubica Néstor García-Canclini sobre una posición de preguntas y de dudas sobre los contextos sociales y las posibles miradas del patrimonio propio. Como lo anunciamos la relación territorio-nación, ubica al patrimonio en un plano superior. Este tipo de relatos lo alejan de lo cotidiano y lo diario, exhibiendo en evidencias que el patrimonio histórico se convierte en una especie de ritualización de excluidos e incluidos a modos de barrera. Pero
¿que sucede cuando el patrimonio se repiensa desde los usos sociales de un disimulado idealismo, sobre la base de las organizaciones sociales?
Es evidente que el patrimonio es un constructo de identidad, con un valor de producción y que debiera albergar a sectores heterogéneos. Sin embargo, la crítica sobre este tipo de conceptualidades, no solo se dirige hacia los instrumentos que establecen ciertas nociones de lo patrimonial sino sobre las propias políticas de lectura y conservación que dejan al descubierto no solo un emplazamiento que deriva en la exclusión del sujeto sobre su pertenecía, al enfrascar en tipologías típicas ese tipo de lectura cultural, sino que al enfrentarse a malas e incorrectas desiciones abusando y llevando la condición patrimonial al extremo de transformar un centro activo, en un tipo de museo fijado por normativas que no albergan a lo inmaterial como parte de nuestra cotidianidad.
Sobre lo anterior, la acida crítica sobre los museos y la herencia de las desigualdades albergada por esta series de desiciones es demarcada por Canclini, sobre el concepto de patrimonio (histórico) cuando lo ubica como el originario de este tipo de propósito de desigualdades, pues como ya lo hemos mencionado este patrimonio es formado, construido y mantenido por grupos sociales que conservarían un re-marcado meta-relato en particular. Esta lectura de lo patrimonial operaria a través de legitimizar ciertas formas de vida y de organización, estableciendo rangos dentro del capital cultural, jerarquías y subordinación, como menciona Canclini ubicando por ejemplo una serie de observaciones como la siguiente, el arte vale mas que la artesanía, o la medicina científica mas que la medicina popular, o la cultura escrita mas que la cultura oral. Este tipo de contextualidades nos permite pensar en una serie de interrogantes que aparecerían de inmediato al preguntarnos,
Es evidente que el patrimonio es un constructo de identidad, con un valor de producción y que debiera albergar a sectores heterogéneos. Sin embargo, la crítica sobre este tipo de conceptualidades, no solo se dirige hacia los instrumentos que establecen ciertas nociones de lo patrimonial sino sobre las propias políticas de lectura y conservación que dejan al descubierto no solo un emplazamiento que deriva en la exclusión del sujeto sobre su pertenecía, al enfrascar en tipologías típicas ese tipo de lectura cultural, sino que al enfrentarse a malas e incorrectas desiciones abusando y llevando la condición patrimonial al extremo de transformar un centro activo, en un tipo de museo fijado por normativas que no albergan a lo inmaterial como parte de nuestra cotidianidad.
Sobre lo anterior, la acida crítica sobre los museos y la herencia de las desigualdades albergada por esta series de desiciones es demarcada por Canclini, sobre el concepto de patrimonio (histórico) cuando lo ubica como el originario de este tipo de propósito de desigualdades, pues como ya lo hemos mencionado este patrimonio es formado, construido y mantenido por grupos sociales que conservarían un re-marcado meta-relato en particular. Esta lectura de lo patrimonial operaria a través de legitimizar ciertas formas de vida y de organización, estableciendo rangos dentro del capital cultural, jerarquías y subordinación, como menciona Canclini ubicando por ejemplo una serie de observaciones como la siguiente, el arte vale mas que la artesanía, o la medicina científica mas que la medicina popular, o la cultura escrita mas que la cultura oral. Este tipo de contextualidades nos permite pensar en una serie de interrogantes que aparecerían de inmediato al preguntarnos,
¿cual es la consistencia de lo patrimonial en la clave interpretativa de nuestra mirada contemporánea?, y de ¿que manera hoy se legitima una condición cultural a modo de referente?
Siguiendo lo anterior, he intentado dar cuanta de estas preguntas, en países democráticos donde exciten un grado de diversidad y con una lectura patrimonial como nacional, la mirada sobre este capital cultural61 podría no representar a este conjunto de bienes estables o neutros, entendiendo este tipo de patrimonio a modo de proceso social, es decir explicitando una huella de lo otro, como una posible lectura sobre la historia, tradición y lenguaje, comprendiendo las diferencias e interrelaciones. De esta manera, se ubicaría el habitáculo de una experiencia en común como un medio de expresión, y se podría reconvertir y acumularse como una forma más de este capital cultural, friccionando las bases y las formas de desigualdad e instalándose dentro de este proceso. Así otras formas de organizar y formalizar la vida, como por ejemplo lo son los pueblos indígenas, que dentro de los últimos años han permitido entrar en los estudios sociales con lecturas de lo subalterno, y han reformulado un tipo de practicas no solo sobre un cierto tipo de políticas publicas sino además sobre una cantidad de bienes y capitales simbólicos que se removilizan políticamente también, abren esta posibilidades de pensar lo patrimonial a modo de proceso social.
Siguiendo con la observación anterior, sobre noción de patrimonio en términos de capital cultural62, esta tiene la ventaja de no representarse como un conjunto de bienes estables sino como ya lo mencionamos como un proceso social, como el otro capital, pues ese tipo de proceso albergaría no solo lo ya arquetipificado sino lo emergente y lo heterogéneo a su vez. Este otro capital puede acumularse, reconvertirse y producir rendimientos en forma desigual por diversos sectores. Esta observación va directa a la formación de las desigualdades que producen los manifiestos de lo patrimonial dentro de su propia ambigüedad. Sin embargo, es por eso que frente a procesos de cambios, y lo hemos afirmado en todo el marco conceptual, y además lo vivimos diariamente, la apropiación de un espacio a modo de lucha material y simbólica donde las creencias son compartidas por un colectivo de millones de millones de personas debido a las nuevas tecnologías y estas mismas practicas, generarían políticas sectoriales o practicas que involucran las experiencias de una cantidad de heterogeneidades muy interesantes, pues desarrollarían de esta manera una pregunta como lógica
Siguiendo lo anterior, he intentado dar cuanta de estas preguntas, en países democráticos donde exciten un grado de diversidad y con una lectura patrimonial como nacional, la mirada sobre este capital cultural61 podría no representar a este conjunto de bienes estables o neutros, entendiendo este tipo de patrimonio a modo de proceso social, es decir explicitando una huella de lo otro, como una posible lectura sobre la historia, tradición y lenguaje, comprendiendo las diferencias e interrelaciones. De esta manera, se ubicaría el habitáculo de una experiencia en común como un medio de expresión, y se podría reconvertir y acumularse como una forma más de este capital cultural, friccionando las bases y las formas de desigualdad e instalándose dentro de este proceso. Así otras formas de organizar y formalizar la vida, como por ejemplo lo son los pueblos indígenas, que dentro de los últimos años han permitido entrar en los estudios sociales con lecturas de lo subalterno, y han reformulado un tipo de practicas no solo sobre un cierto tipo de políticas publicas sino además sobre una cantidad de bienes y capitales simbólicos que se removilizan políticamente también, abren esta posibilidades de pensar lo patrimonial a modo de proceso social.
Siguiendo con la observación anterior, sobre noción de patrimonio en términos de capital cultural62, esta tiene la ventaja de no representarse como un conjunto de bienes estables sino como ya lo mencionamos como un proceso social, como el otro capital, pues ese tipo de proceso albergaría no solo lo ya arquetipificado sino lo emergente y lo heterogéneo a su vez. Este otro capital puede acumularse, reconvertirse y producir rendimientos en forma desigual por diversos sectores. Esta observación va directa a la formación de las desigualdades que producen los manifiestos de lo patrimonial dentro de su propia ambigüedad. Sin embargo, es por eso que frente a procesos de cambios, y lo hemos afirmado en todo el marco conceptual, y además lo vivimos diariamente, la apropiación de un espacio a modo de lucha material y simbólica donde las creencias son compartidas por un colectivo de millones de millones de personas debido a las nuevas tecnologías y estas mismas practicas, generarían políticas sectoriales o practicas que involucran las experiencias de una cantidad de heterogeneidades muy interesantes, pues desarrollarían de esta manera una pregunta como lógica
¿como el patrimonio cultural podría actuar y disponer se estos nuevos escenarios a modo de proceso social?
Pensando que la articulación de lo patrimonial pasaría por un proceso y no solo por un manifiesto ideológico, Canclini nos refuerza esta idea y nos permite entender que nos encontraríamos con una serie de productos que generarían no solo un tipo de narración o relato con un valor simbólico en su forma o carga de sentido, sino sobre un tipo de proceso que delinea una huella sobre las practicas sociales y que se depositarían en el desarrollo de las sociedades contemporáneas a modo de una posible entrada metodológica y que a partir de esto nos permitiría acceder y compartir creencias dentro de la misma configuración de capital cultural, para determinar en su división técnica o social un cierto tipo de trabajo que nos permitiera entrar a leer e interpretar este nuevo estrato de patrimonio inmaterial. De una manera dialéctica y localizando lo anterior sobre una posible entrada de acción García-Canclini nos refuerza y nos ubica sobre la lectura del patrimonio cultural como un reproductor de esas diferencias de desiguales, pero a su vez las ubica para generar un nuevo campo de acción abierto. De lo anterior podemos citar un ejemplo y extrapolarlo y confrontarlo a Valparaíso, cuando se emplazan los sectores mas populares como co-productores de un potencial patrimonio en su calidad tectónica, Canclini comenta: a veces las propias construcciones de casas generan un tipo de imaginario que logran trascender sobre condiciones técnicas, dando cuenta que se construye un imaginario63 tectónico particular y potente a la vez. Es claro que en este caso este tipo de lectura que nos presenta una mirada hacia lo informal, da pie para la construcción de las extensiones del sujeto al re-significar constantemente lo que es propio su lugar, a modo de huella y de producción de sentido, a través de la materialización del espacio, y si a este tipo de campo de acción se recurre a cada una las biografías urbanas o relatos comenzamos a entender de que manera no solo la historia se ve posicionada sobre las condiciones materiales sino como el sujeto se exponer a ella, yo no he sabido nunca de su historia, pero un día nací allí sencillamente.64
Siguiendo con lo anterior, este tipo de productos desde las clases populares que podrían entrar a posibles campos de estudio al igual que los estudios culturales subalternos, articulan que campos contemporáneos compitan con el patrimonio histórico, pues al ya competir y frente a la desigualdad de diseños y avances internacionales, se siembra la duda de estos nuevos escenarios culturales a modo de expansión posible desde un conocimiento popular a uno sistémico, al abrirse los campos de investigación cultural. Dentro de este último ejemplo lo operativo seria el establecimiento de historias locales y condiciones representativas que constituyan patrimonio propio. Una propuesta interesante y subversiva a la vez, pues preguntarías de forma inmediata ¿que seria lo propio, en medio de esta escena de desigualdades y asumida dentro de nuestra sociedad mediática?
Recordando las lecturas de la cuestión cultural que Martín-Barbero proponía como las nuevas tecnologías de la comunicación nos preguntábamos, ¿como alcanzar niveles estéticos mucho mas creativos que los propios concertacionistas de lo histórico?, a lo mejor Canclini dentro de su subversión ya nos propone ciertas lógicas, pero acompañadas de otras preguntas ¿como podrían responder estas nuevas lecturas de lo diverso frente a flujos de información electrónicos? Si miles de personas se pasean y van al museo de lo histórico, y a su vez pueden ven a modo de reportaje las nociones de lo subalterno en televisión por miles de horas, contemplando las bellezas de lo e-histórico (Discovery Channel o History Channel)
¿Cómo discernir, en medio de los cruces que mezclan el patrimonio histórico con la simbólica generada por las nuevas tecnologías comunicacionales, que es lo propio de una sociedad, lo que una política debe favorecer?65
¿Que tipo de discurso podría proponer la institucionalidad publica de manera sintética al emerger dentro de esta vorágine de contextos residuales?
Hace por lo menos unos 5 años atrás, se han sucedido una serie de encuentros (ICOMOS, y el Consejo Internacional de Monumentos, dentro del rango internacional y en Chile, seminarios sobre identidad y patrimonio armado por la comisión BICENTENARIO, junto con una serie de propuestas desde las universidades), que intentan demarcar contemporáneamente este tipo de lecturas y a su vez, cual es el lugar del patrimonio en el contexto adportas al Bicentenario de Chile y a partir de la designación de Valparaíso como patrimonio de la humanidad. Con lo anterior no me refiero a las conductas lateralistas y tampoco a las soberbias institucionales, sobre la coherencia y continuidad el uso, las estrategias, los valores intangibles del trabajo sobre la memoria, sino que significaría preguntar por el lugar de estas, como lo interpela José de Nordenflyncht al decir ¿cual es el lugar del patrimonio?66. Esta pregunta se instalan dentro de la contingencia cultural en Chile y en esta mirada sobre-moderna y aun mas dentro del circuito de las nuevas tecnologías que permiten acercar las contingencias de una lectura patrimonial no solo detallada por sus bordes clásicos sino por la fricciones de lo social.
Dentro del recorrido seguido por estos encuentros una de las condiciones a asumir es entender el escenario del cambio socio-cultural y de que manera cada uno de los enunciados de las históricas cartas de lo patrimonial67 permiten construir la base de las lecturas sobre-monumentos y sitios históricos hoy en día. Frente a esta pregunta y la posible des-localización hacia la interdisciplinariedad de la conservación y restauración como lo señala José de Nordenflyncht, la posición es clara, estos manifiestos son con respuestas escasas. Hoy por hoy es imposible poder aplicar las mismas condiciones de lectura filial, es posible que podamos conllevar algunas determinaciones en términos éticos, pero ¿como podemos fijarnos si ya han pasado cerca de 20 años68 de contemplación y desolación sobre la ciudad y sus objetos culturales? ¿Como combatir sobre un campo de falta de pertinencia? Un ejemplo tácito antes estas preguntas y a su vez sobre la instrumentalización, es el caso del SUPERMERCADO SANTA ISABEL en el contexto de renovación urbana sobre el casco patrimonial de Valparaíso, en un costado de la Iglesia la Matriz. La decisión sobre la construcción del SUPERMERCADO fue avalado por gente de la Municipalidad de VALPARAISO, y del departamento de patrimonio de la misma municipalidad, pero sin conocimiento de las personas encargadas de monumentos nacionales, enfrentándose en una disputa mediática sobre la pertinencia y adecuación del diseño sobre el casco antiguo de Valparaíso sabiendo que es imposible intervenir y violentando no solo los convenios adquiridos sino los propios instrumentos que sustentaron la designación de patrimonio de la humanidad.
Este tipo de diagnostico ha afectado fuertemente parte de la cultura regional en el caso de Valparaíso, pues no solo la falta de conceptos o categorías o disposiciones con un rango de pertinencia como lo mencionamos anteriormente, no han hecho una lectura profunda sobre el campo de mutaciones que sufre la ciudad en términos sociales y al mismo tiempo en su huella organizacional, como lo planteaba Yudice, cuando reformulaba la lectura de la cultura como un recurso de un hombre capaz de entender el contexto en el cual se movía, sino que reformula el objeto de estudio de las políticas culturales hoy. Dado el ejemplo anterior nos podemos permitir reflexionar ¿cuales son los instrumentos que posee la institucionalidad para dar cuenta de una diversidad posible? y ¿como podrían ubicarse estos instrumentos dentro de los contextos que se mueven, pensado que no son solamente referencias inmóviles sino que serian transitorios y además posibles de cambio?
Las políticas publicas sobre patrimonio van hacia los estudios geoculturales69, construyendo una agenda interpretativa sobre los actores y los objetos de patrimonio, un ejemplo de aquello y a partir de una construcción sobre recolección de datos y márgenes (es claro que primero se necesitan entender el contexto, es mas que evidente, sin embargo al pasar el tiempo ninguna me medida fue tomada con una rigurosidad pertinente, llevo al caso de varias construcción que se dieron dentro de Valparaíso, pediendo la vista en su mayoría personas que son habitantes de la ciudad, de ahí que la defensa por la vistas desde la agrupación de Ciudadano por Valparaíso formalizo este tipo de evidencias), que se encuadran dentro de formalidades geoculturales dando un marco descriptor y no colocando a los agentes o actores u/o operadores del patrimonio, es la denominada Cartografía Cultural de Chile. Este tipo de instrumento de mapeo, es definido como un sistema de información territorial que busca generar información que contribuya a la desconcentración de la gestión cultural, mejorando al mismo tiempo los sistemas de registro cultural. El proyecto responde a la demanda de los gobiernos latinoamericanos expresada desde comienzos de la década del noventa, que apunta a la implementación una red regional de información cultural denominada “Sistema de Información Cultural de América Latina y el Caribe”(SICLAC). Es así, como surge respondiendo a esta preocupación, pero también en la idea de dotar al país de un instrumento de medición de la “oferta” cultural existente, así como de explorar categorías, mecanismos y metodologías para la construcción de la red informativa70. Como todo sistema de información, y sobre su base operatoria de datos no solo la falta de investigación sobre aquellos vínculos que se podrían generar produce un aislamiento de lecturas, sin una perspectiva interpretativa. Es claro también que ese tipo de claves serán construidas desde la base de datos y que la instrumentalización se hará efectiva en sus políticas públicas, sin embargo la urgencia de colocar en perspectiva no solo histórica sino investigativa este tipo de acciones frente a la aceleración de los efectos socioculturales.
En una critica sobre la lógica cartográfica de este tipo de instrumentos, realizada por un grupo de expertos extranjeros a la experiencia chilena comentan: Si bien los datos producidos por la Cartografía Cultural permiten presentar una visión panorámica (en relación a las áreas como a la actividad cultural en su conjunto) del “peso” de las distintas manifestaciones y prácticas culturales presentes en cada región, a nivel nacional y regional, lo cual puede derivarse de un análisis cuantitativo de los registros obtenidos; esta visión panorámica acompañada de tal análisis, parece insuficiente cuando intentamos abarcar el "comportamiento" de aquellas actividades y manifestaciones en los territorios que las constituyen71. Sobre lo mismo, y determinando como podrían estos tipos de instrumentos ser instrumentalmente utilizados en campos de una posible investigación recordemos brevemente a Jesús Martín-Barbero al plantear la cartografía como un tipo de recurso posible de lectura de nuestra América latina, ¿quien ha dicho que la cartografía solo puede representar fronteras y no construir imágenes de las relaciones y sus entrelazamientos, de los senderos de fuga y los laberintos?... nuestra historia, singular y colectiva, nuestros descubrimientos como nuestros amores , se parecen mas a las apuestas azarosas del clima o los sismos que a un viaje organizado provisto de un contrato de seguros… por esta razón los mapas metereológicos, rápidos y lábiles, o los lentos y pacientes que nos muestran las ciencias de la tierra profunda, con sus placas movedizas, líneas de fractura y puntos calientes, interesan hoy al filosofo mas que los antiguos mapas de carreteras. De esta manera la lógica cartográfica que permite entender una lectura fractal de nuestra diversa singularidad de objetos, expresaría de mejor manera textual o textilmente, los pliegues y repliegues, reveses, intertextos o intervalos, generados por las diferencias de planos y logos identitarios.72
Esto evidencia que ciertas políticas de registro aunque se desarrollen sobre la base de realidades no asimilan los cambios y transferencias culturales pues como lo indica la observación de la critica y la mirada de Martín-Barbero, la insuficiencia abarcaría sobre como se comportan y de que manera se establecen las lecturas, es básico que podemos armar una especie de Guía de Teléfonos de artistas pero ¿cual es su base epistémica? De ¿que madera podemos ordenarlos o clasificarlos? No me refiero a la reiterada crítica de lo inclasificable, pero si a la posición instrumental de este, recordemos a Foucault, el texto ya no es un texto sino una serie de puntos y líneas, que se han convertido en una caja de herramientas. Lo que quiero decir, es que no basta con una agenda publica, o con debates de patrimonios de lo intangible sino dan cuanta de la necesidad de reflexionar sobre el origen y destino de las operaciones de intervención sobre nuestro patrimonio, es en ese contexto en el que debemos avanzar y sobre los diagnósticos para arribar a las construcción de nuestros propios marcos de referencia.73 Esta conclusión elaborada por José de Nordenflyncht, no solo ratifica la insistencia sobre una base epistémica que mira de otra manera la condición de lo patrimonial, sino que la base instrumental de defensa o de participación va mas allá, que datos en línea o recursos informáticos.
La diversidad y heterogeneidad de los actores van mas allá que las políticas de búsqueda e investigación que solo anuncian, como un contexto desde la institucionalidad cartografiada y entregada a lecturas de industrias culturales.
Sobre lo anterior, José de Nordenflyncht remarca lo siguiente: se debe revisar los procesos de asimilación y transferencia dentro del marco de nuestra región (Valparaíso), que han sido legitimadas desde características y condiciones del patrimonio europeo, una serie de medidas que no están al alcance de la diversidad y de heterogeneidad74 de nuestra lectura local. Pues como lo hemos reiterado desde el apartado de dialécticas socio-espaciales y practicas culturales, las operaciones del patrimonio o la producción del espacio, obedecen a la materialización del sujeto sobre el suelo publico, y en muchos casos existe un tipo de patrimonio intangible, un tipo de lengua que pertenece a un orden y no se puede inferir y tampoco seguir canones y lecturas sobre impuestas para poder investigarla. La agenda publica en muchos, y en especial en este Valparaíso, a seguido una recorrido mediático entendiendo lo centralizado del esfuerzo y de las connotaciones simbólicas que dejadas a la intemperie muestran lo desprovisto de las políticas públicas sobre el tema del patrimonio (cabe recordar que desde 2001 el plan Valparaíso fue impuesta desde santiago, con evidentes desajustes y en marcados en el fenómeno administrativo fuera de una lógica ontológica).
De esta manera, y ante la evidente carga sobre la protección del patrimonio, es la operación sobre la participación y la ciudadanía vital, sobre este punto. De ¿que manera? pues el reconocimiento sobre su contexto y su historia cotidiana, son partes de un legado, donde la noción de interprete sobre la producción material es una especie de legado cultural determinado, decidir que es lo que se conserva, decidir que es lo que nos representa será mucho mas determinante que la destrucción y el olvido; de hecho, las construcción de las nacionalidades postcoloniales desde el proyecto histórico de sus oligarquías opera bajo esa estrategia, la cual solo se podría intentar revertir por medio de un complejo proceso de modernización y democracia participativa75, que en estos momento el gobierno ciudadano lo dejo en espera. Sobre el punto de la lectura del interprete en el cual la participación se construye como un valor inmaterial, podemos abrir una pequeña reflexión sobre la mirada del interprete y su base de representación sobre el mundo, ¿que es? en otras palabras la construcción de paisaje, sobre la experiencia de un Valparaíso acontecido.
La noción de paisaje se entiende bajo el reconocimiento de una relación entre la representación de un contexto y su materialización, que conlleva formas-procesos y sujetos que se entrecruzan con la noción de intérprete sobre la producción material como lo fijo José de Nordenflyncht anteriormente.
La configuración dentro del marco de la modernidad sobre paisaje se delimita sobre la realidad de la siguiente forma: La idea de paisaje se constituye por una disposición conceptual sobre el mundo y la representación, según Fernando Aliata y Gabriela Silvestri, la figura del paisaje probablemente constituya un último momento en el pensamiento occidental en el que visibilidad y conocimiento del mundo donde podían aparecer unidos. Los análisis recientes se han ocupado en desvendar la falta de correspondencia entre realidad y representación destacando el papel que ha jugado la mirada en la construcción de los paisajes. Ello lleva a Aliata y Silvestre (1994: 11) a sostener que la historia del paisaje es la historia de miradas. En el mismo sentido, Cosgrove destaca el proceso de construcción de dispositivos de visualización, es decir, el desarrollo de convenciones de representación del mundo exterior sobre una superficie plana… La diferenciación entre realidad y representación y el reconocimiento de la mirada como componente mediador permite también diferenciar la realidad y el espectador. El paisaje solo puede construirse a partir de la presencia de ambos, pero en forma separada, es esta diferenciación la que permite la construcción de un punto de vista, el establecimiento de un marco, de un interior y de un exterior.76 Podemos decir a partir de lo anterior, que el paisaje es producto de una cultura que construye significaciones como naturaleza, recordando a Aliata, las sociedades que han erigido desde jardines hasta parques nacionales han puesto en juego una estrategia cultural de hacer parecer como natural la naturaleza construida. Estrategias semejantes se observan cuando las poblaciones nómadas son fusionadas al paisaje del desierto del Sahara o de la selva tropical africana, por ejemplo, en los relatos de viajeros europeos del siglo XIX. 77
Esta observación de paisaje la veremos en el desarrollo del caso de Valparaíso, sin embargo dentro de la lectura de patrimonio es vital pues indica claramente que se entrecruzan no solo las definiciones de Aliata y Silvestri con la mirada activa de José de Nordenflyncht sobre la noción del interprete, paisaje y las configuración de la condiciones geográficas que son marcadas por las apropiaciones urbanas, adaptaciones del sujeto en el contexto, o las re-interpretaciones del habitar sobre la cota, condiciones de la topografía urbana habituales de Valparaíso, sino que son miradas sobre una producción de valor, de identidad y de distinción, donde los usos del concepto de patrimonio van mas allá que bienes reunidos por la historia de cada sociedad o características turística de la ciudad plasmada en los cerros. En realidad el entrecruzamiento de la noción de interprete junto con las miradas sobre el paisaje y la producción del sujeto sobre el espacio materializándose en cada una de las lógicas sobre la habitabilidad de la cota, son construcciones de huellas sobre la producción del espacio geográfico y profundos habitares de un trazo acontecido entre una existencia y otra.
Sin embargo hoy ¿que estamos haciendo en este momento para permitir la entrada de la diversidad de lo patrimonial, sobre la concepción de un pasaje cultural de hoy en Valparaíso? ¿Queremos resguardar la ciudad o quedarnos con los sueños decimonónicos, de un rescate solo de instrucciones de uso?
Así como lo expusimos en el párrafo anterior, la lectura de paisaje se refiere directamente a la construcción de una referencia desde un interprete, que representa una posición o localidad del cual son observados no solo una campo de acción sino de experiencias y desencuentros culturales, surge de manera constructiva desde este dialogo de entrermiradas otra condición que sustentaría la noción de intérprete y constructor de este tipo de paisaje, la noción referente cultural desarrollada por José de Nordenflyncht y Micaela Leal, a modo de operación comunitaria, esta noción presupone la producción de informaciones y la investigación de soportes materiales para documentarlas, pero significa algo más: un trabajo de elaboración de esos datos, de comprensión de la resignificación de bienes y prácticas realizadas por determinados grupos sociales, en vista de la construcción de un sistema referencial de la cultura de aquel contexto específico.78 Este tipo de noción y sumado a la reflexión sobre la participación ciudadana, pone de y relativiza el saber y una lectura potente sobre el poder, es decir, que significa, como se apropian y cuando constituye acervos patrimoniales activos de una sociedad determinada, esta practica social, entre el saber y el poder desde la participación ciudadana insta a una legitimación de políticas del patrimonio cultural , ya que la construcción y el fortalecimiento ciudadano no basta con la relación con el gobierno o los sectores de intereses privados , sino que hay que darle un estatuto al tercer sector en los temas emergentes de interés, en donde el patrimonio se integre a una extensa red de necesidades planteadas por su carácter de bien cultural y no renovable único y irrepetible79, ese tercer sector es en el caso de Valparaíso evidentemente fundacional, pues pone en lo central de la búsqueda a una potencia de origen con su producción cultural de un sistema patrimonial 80 para construir territorio. Ese tercer sector que se operativiza en la participación ciudadana se ejerce como un campo emergente de organizaciones sociales sobre el contexto de un paisaje entrópico de cambios y de heterogeneidades socioculturales.
Es así como se ha insistido sobre las miradas de lo diverso, lo desigual y lo múltiple como entradas posibles a este tipo de perspectivas y de lógicas patrimoniales contemporáneas, al mismo tiempo no creo que nadie se desvincule si decimos que no solo lo patrimonial (desde la lógicas hegemónicas, como lo hemos explicado anteriormente) es entendido como el arquetipo institucionalizado sino que es el negocio de barrio también, el primero que permito que la red de lazos sociales se estableciera y nos pudiera entregar una cuota mas de sedimento social. Sin embargo y para acotar este tipo de retóricas que podrían caer sobre un romanticismo populista, debemos entender de que manera los campos de lo social, en la base de estas nuevas lecturas de heterogeneidad también poseen no solo la base de una red de vínculos posibles sino una forma de aparecer a través de lo cultural, y además como lo hemos conversado y discutido dentro de esta presentación conceptual, como desde lo cultural a modo de episteme se configura una base de heterogeneidades que el contexto de nuestra modernidad o postmodernidad presenta como un campo de emergentes espacios socioculturales..
Sobre lo anterior, el entrecruzamiento que desarrolla Pablo Aravena en su texto de Trabajo, Memoria y Experiencia. Fuentes para la historia de la modernización del puerto de Valparaíso81, sitúa la construcción y la gestión del pasado no solo desde una mirada crítica sobre “nuestras raíces” sino que ve de que manera la lógicas postculturales del capitalismo han abierto una serie de prácticas sociales, y en espacial en relación al mercado, detalladas en las practicas turísticas y además en la construcción de la diversidad como soporte de la cultura postmoderna. Así desde tipo de vínculos ha surgido la observación de cómo lógica histórica82 dentro de los últimos años a abierto el debate sobre la identidad, memoria y experiencia de lo cotidiano a modo de capital cultura, sino recordemos a Canclini o las posiciones de Martín-Barbero.
La construcción del turismo sobre la posición de experimentar el pasado buscando lo otro, como expectativa, no solo es una mirada a un modelo hegemónico, sino es un comienzo de lectura a una visión multicultural desde la lógica capitalista. Es así como la apertura planteada desde Yudice y referida a Valparaíso desde Aravena posiciona la obtención de una diversidad cultural en beneficio de un flujo de proveedor de fuentes experienciales de lugares de mercado, pero esta etapa no es más que una dialéctica entre recursos y lo social, para elaborar lo que Yudice plantea como la cultura frente a las lógicas de mercado. Esta posición no solo ubica a la identidad, patrimonio y memoria de lo social como un nuevo campo de emergencia epistemológica, sino que posiciona la cultura como un recurso para alcanzar un fin83. Cabe recordar anteriormente cuando Yudice citaba a James Wolfensohn y hablaba que no solo la gestión cultural en manos de la industria de la cultura, genera una identidad reforzada en el proceso de la responsabilidad de desarrollo, sino que el fomentar y el amparar la cultura viva y las manifestaciones genera y demuestra desde análisis económicos que las inversiones en turismo, restauraciones y patrimonio promueven riqueza e ingresos84, sobre las llamadas industrias culturales y al mismo tiempo, contiene otro fines de pacificaron social de zonas conflictivas mediante inyecciones de fondos para que se desarrollen proyectos culturales y se comunique la diferencias y así crear condiciones seguras de inversión o como la formación de un capital social, puede o podría estrenar modelos de autogestión en vista de reducción del gasto social. En esta mirada que es enfocada por Aravena desde Yudice, no solo posiciona la cultura como recurso político sino que es posible instrumentalizarla sobre la causa cultural dejando en claro, que para conseguir reivindicaciones en lo que respecta a territorios (o marcar el territorio patrimonial), y recursos, no se han los partidos políticos quienes reciban estas problemas sino a través de los centros culturales, dejando como relevante que la cultura es entendida como una idea transversal de la sociedad, y anunciando como lo planeta Yudice, que la cultura es o se podría definir como el principal episteme de la cultura posmoderna.
Esta postura nos anuncia una clave interpretativa sobre un espacio de negociación y nos ubica en la certidumbre sobre las lógicas y las representaciones que se declaran hoy sobre la condición posmoderna y sus prácticas culturales como expresión de la espacialidad civil y la definición de lo cultural como un tema publico. El tema de la construcción de lo publico a través de los centros culturales, nos cabal de un poder de la diferencia dentro de la lectura del recurso de la cultura como una fricción que es posible espacializarla, no por le hecho de hacerse parte de este sistema sino por la necesidad transformada en un comensalismo, que es capaz de retratar un contexto, donde la cultura opera como un tipo de desarrollo múltiple, dentro de la cohesión social
Remarcando lo anterior, recordemos un par de nociones mas, Yudice plantea que las condiciones determinadas por la globalización lo que difunde la lógica prevaleciente de la acumulación es la diferencia y no la homogeneidad, y segundo en nuestra era las representaciones y las demandas relativas a la diferencia cultural son convivientes en tanto se multipliquen las mercancías y confieran derechos a la comunidad. En consecuencia las condiciones en las cuales desarrollamos nuestras culturalidades, nos deriva no solo a la re-lectura de lo subversivo o de la espacialidad múltiple, como un campo posible de distinción en el ámbito cultural, sino tal como lo hemos ido anunciando en los apartados anteriores, como desde su localidad el recurso y entendiendo la transversalidad sectorial como un trabajo de alianzas entre los actores o agentes culturales que junto a la intersectorialidad, es posible dar cuenta de manera concreta de un tipo de sistema nos podría entregar sobre la base de los centro culturales un nuevo campo emergente sobre lo cultural y las expresiones de identidad y memoria que no se encuentran en los espacios institucionalizados, sino fuera de ellos.
Autogestión, formación, pertenecen a estrategias o lógicas de recursos culturales mezclados con la mirada política, como lo vimos anteriormente, pero lo relevante de ésta postura es como los sujetos establecidos desde los espacios de narración son los posibles transformadores de sus espacios cotidianos.
Nuevos campos emergentes surgen como dialécticas de recurso y cultura, posiblemente dentro de un Valparaíso lleno de coexistencias y de contradicciones, a lo mejor sea necesario construir una red de observatorios sobre la coordinación de la información de indicadores y de estadios sobre lo cultural junto con la ejecución de la participación de la sociedad civil, como tercer campo, donde las condiciones de la heterogeneidad no solo se depositen como huella de una materialización cultural, sino que a partir de la representación que no será un ente descriptor sino articulara la espacialización y la tectonicidad de un paisaje entrópico sobre la liminalidad de la coexistencia social que se envuelve dentro de la geografía cultural de un Valparaíso acontecido.
Construir la cultura según episteme es posicionar al término cultural como un instrumento de lectura y códice sobre las condiciones contextuales del campo urbano. La cultura como episteme seria entendida como una modalidad de relación entre el pensamiento y el mundo que posibilita la existencia de diversos campos de conocimiento de la época sobre un contexto. Lo hemos comprobado con las lecturas de la cultura cuando pasan por el desarrollo material del sujeto y la ciudad como soporte, además como desde las nuevas tecnologías posicionan a un otro como mediador e interprete de las miradas que trasciende la pantalla y la observación, y por ultimo como la cultural posee la capacidad de inclusión al entregarnos un pensamiento múltiple, sobre las configuraciones sociales.
Estas configuraciones se disponen hoy en día, sobre diversos ámbitos socio-culturales y socio políticos, para formar parte de un sistema globalizado. La cultura según como lo hemos delimitado, es un proceso sobre las condiciones que hoy nos afectan y es una material de trabajo que se ratifica sobre lo que esta compuesto parte de nuestra ciudad que conforma territorio, y a su vez esto nos permite entender de que manera el sujeto materializa sus lecturas cotidianas y las construye desde la carne y la piedra de un paisaje entrópico cultural
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Pensando que la articulación de lo patrimonial pasaría por un proceso y no solo por un manifiesto ideológico, Canclini nos refuerza esta idea y nos permite entender que nos encontraríamos con una serie de productos que generarían no solo un tipo de narración o relato con un valor simbólico en su forma o carga de sentido, sino sobre un tipo de proceso que delinea una huella sobre las practicas sociales y que se depositarían en el desarrollo de las sociedades contemporáneas a modo de una posible entrada metodológica y que a partir de esto nos permitiría acceder y compartir creencias dentro de la misma configuración de capital cultural, para determinar en su división técnica o social un cierto tipo de trabajo que nos permitiera entrar a leer e interpretar este nuevo estrato de patrimonio inmaterial. De una manera dialéctica y localizando lo anterior sobre una posible entrada de acción García-Canclini nos refuerza y nos ubica sobre la lectura del patrimonio cultural como un reproductor de esas diferencias de desiguales, pero a su vez las ubica para generar un nuevo campo de acción abierto. De lo anterior podemos citar un ejemplo y extrapolarlo y confrontarlo a Valparaíso, cuando se emplazan los sectores mas populares como co-productores de un potencial patrimonio en su calidad tectónica, Canclini comenta: a veces las propias construcciones de casas generan un tipo de imaginario que logran trascender sobre condiciones técnicas, dando cuenta que se construye un imaginario63 tectónico particular y potente a la vez. Es claro que en este caso este tipo de lectura que nos presenta una mirada hacia lo informal, da pie para la construcción de las extensiones del sujeto al re-significar constantemente lo que es propio su lugar, a modo de huella y de producción de sentido, a través de la materialización del espacio, y si a este tipo de campo de acción se recurre a cada una las biografías urbanas o relatos comenzamos a entender de que manera no solo la historia se ve posicionada sobre las condiciones materiales sino como el sujeto se exponer a ella, yo no he sabido nunca de su historia, pero un día nací allí sencillamente.64
Siguiendo con lo anterior, este tipo de productos desde las clases populares que podrían entrar a posibles campos de estudio al igual que los estudios culturales subalternos, articulan que campos contemporáneos compitan con el patrimonio histórico, pues al ya competir y frente a la desigualdad de diseños y avances internacionales, se siembra la duda de estos nuevos escenarios culturales a modo de expansión posible desde un conocimiento popular a uno sistémico, al abrirse los campos de investigación cultural. Dentro de este último ejemplo lo operativo seria el establecimiento de historias locales y condiciones representativas que constituyan patrimonio propio. Una propuesta interesante y subversiva a la vez, pues preguntarías de forma inmediata ¿que seria lo propio, en medio de esta escena de desigualdades y asumida dentro de nuestra sociedad mediática?
Recordando las lecturas de la cuestión cultural que Martín-Barbero proponía como las nuevas tecnologías de la comunicación nos preguntábamos, ¿como alcanzar niveles estéticos mucho mas creativos que los propios concertacionistas de lo histórico?, a lo mejor Canclini dentro de su subversión ya nos propone ciertas lógicas, pero acompañadas de otras preguntas ¿como podrían responder estas nuevas lecturas de lo diverso frente a flujos de información electrónicos? Si miles de personas se pasean y van al museo de lo histórico, y a su vez pueden ven a modo de reportaje las nociones de lo subalterno en televisión por miles de horas, contemplando las bellezas de lo e-histórico (Discovery Channel o History Channel)
¿Cómo discernir, en medio de los cruces que mezclan el patrimonio histórico con la simbólica generada por las nuevas tecnologías comunicacionales, que es lo propio de una sociedad, lo que una política debe favorecer?65
¿Que tipo de discurso podría proponer la institucionalidad publica de manera sintética al emerger dentro de esta vorágine de contextos residuales?
Hace por lo menos unos 5 años atrás, se han sucedido una serie de encuentros (ICOMOS, y el Consejo Internacional de Monumentos, dentro del rango internacional y en Chile, seminarios sobre identidad y patrimonio armado por la comisión BICENTENARIO, junto con una serie de propuestas desde las universidades), que intentan demarcar contemporáneamente este tipo de lecturas y a su vez, cual es el lugar del patrimonio en el contexto adportas al Bicentenario de Chile y a partir de la designación de Valparaíso como patrimonio de la humanidad. Con lo anterior no me refiero a las conductas lateralistas y tampoco a las soberbias institucionales, sobre la coherencia y continuidad el uso, las estrategias, los valores intangibles del trabajo sobre la memoria, sino que significaría preguntar por el lugar de estas, como lo interpela José de Nordenflyncht al decir ¿cual es el lugar del patrimonio?66. Esta pregunta se instalan dentro de la contingencia cultural en Chile y en esta mirada sobre-moderna y aun mas dentro del circuito de las nuevas tecnologías que permiten acercar las contingencias de una lectura patrimonial no solo detallada por sus bordes clásicos sino por la fricciones de lo social.
Dentro del recorrido seguido por estos encuentros una de las condiciones a asumir es entender el escenario del cambio socio-cultural y de que manera cada uno de los enunciados de las históricas cartas de lo patrimonial67 permiten construir la base de las lecturas sobre-monumentos y sitios históricos hoy en día. Frente a esta pregunta y la posible des-localización hacia la interdisciplinariedad de la conservación y restauración como lo señala José de Nordenflyncht, la posición es clara, estos manifiestos son con respuestas escasas. Hoy por hoy es imposible poder aplicar las mismas condiciones de lectura filial, es posible que podamos conllevar algunas determinaciones en términos éticos, pero ¿como podemos fijarnos si ya han pasado cerca de 20 años68 de contemplación y desolación sobre la ciudad y sus objetos culturales? ¿Como combatir sobre un campo de falta de pertinencia? Un ejemplo tácito antes estas preguntas y a su vez sobre la instrumentalización, es el caso del SUPERMERCADO SANTA ISABEL en el contexto de renovación urbana sobre el casco patrimonial de Valparaíso, en un costado de la Iglesia la Matriz. La decisión sobre la construcción del SUPERMERCADO fue avalado por gente de la Municipalidad de VALPARAISO, y del departamento de patrimonio de la misma municipalidad, pero sin conocimiento de las personas encargadas de monumentos nacionales, enfrentándose en una disputa mediática sobre la pertinencia y adecuación del diseño sobre el casco antiguo de Valparaíso sabiendo que es imposible intervenir y violentando no solo los convenios adquiridos sino los propios instrumentos que sustentaron la designación de patrimonio de la humanidad.
Este tipo de diagnostico ha afectado fuertemente parte de la cultura regional en el caso de Valparaíso, pues no solo la falta de conceptos o categorías o disposiciones con un rango de pertinencia como lo mencionamos anteriormente, no han hecho una lectura profunda sobre el campo de mutaciones que sufre la ciudad en términos sociales y al mismo tiempo en su huella organizacional, como lo planteaba Yudice, cuando reformulaba la lectura de la cultura como un recurso de un hombre capaz de entender el contexto en el cual se movía, sino que reformula el objeto de estudio de las políticas culturales hoy. Dado el ejemplo anterior nos podemos permitir reflexionar ¿cuales son los instrumentos que posee la institucionalidad para dar cuenta de una diversidad posible? y ¿como podrían ubicarse estos instrumentos dentro de los contextos que se mueven, pensado que no son solamente referencias inmóviles sino que serian transitorios y además posibles de cambio?
Las políticas publicas sobre patrimonio van hacia los estudios geoculturales69, construyendo una agenda interpretativa sobre los actores y los objetos de patrimonio, un ejemplo de aquello y a partir de una construcción sobre recolección de datos y márgenes (es claro que primero se necesitan entender el contexto, es mas que evidente, sin embargo al pasar el tiempo ninguna me medida fue tomada con una rigurosidad pertinente, llevo al caso de varias construcción que se dieron dentro de Valparaíso, pediendo la vista en su mayoría personas que son habitantes de la ciudad, de ahí que la defensa por la vistas desde la agrupación de Ciudadano por Valparaíso formalizo este tipo de evidencias), que se encuadran dentro de formalidades geoculturales dando un marco descriptor y no colocando a los agentes o actores u/o operadores del patrimonio, es la denominada Cartografía Cultural de Chile. Este tipo de instrumento de mapeo, es definido como un sistema de información territorial que busca generar información que contribuya a la desconcentración de la gestión cultural, mejorando al mismo tiempo los sistemas de registro cultural. El proyecto responde a la demanda de los gobiernos latinoamericanos expresada desde comienzos de la década del noventa, que apunta a la implementación una red regional de información cultural denominada “Sistema de Información Cultural de América Latina y el Caribe”(SICLAC). Es así, como surge respondiendo a esta preocupación, pero también en la idea de dotar al país de un instrumento de medición de la “oferta” cultural existente, así como de explorar categorías, mecanismos y metodologías para la construcción de la red informativa70. Como todo sistema de información, y sobre su base operatoria de datos no solo la falta de investigación sobre aquellos vínculos que se podrían generar produce un aislamiento de lecturas, sin una perspectiva interpretativa. Es claro también que ese tipo de claves serán construidas desde la base de datos y que la instrumentalización se hará efectiva en sus políticas públicas, sin embargo la urgencia de colocar en perspectiva no solo histórica sino investigativa este tipo de acciones frente a la aceleración de los efectos socioculturales.
En una critica sobre la lógica cartográfica de este tipo de instrumentos, realizada por un grupo de expertos extranjeros a la experiencia chilena comentan: Si bien los datos producidos por la Cartografía Cultural permiten presentar una visión panorámica (en relación a las áreas como a la actividad cultural en su conjunto) del “peso” de las distintas manifestaciones y prácticas culturales presentes en cada región, a nivel nacional y regional, lo cual puede derivarse de un análisis cuantitativo de los registros obtenidos; esta visión panorámica acompañada de tal análisis, parece insuficiente cuando intentamos abarcar el "comportamiento" de aquellas actividades y manifestaciones en los territorios que las constituyen71. Sobre lo mismo, y determinando como podrían estos tipos de instrumentos ser instrumentalmente utilizados en campos de una posible investigación recordemos brevemente a Jesús Martín-Barbero al plantear la cartografía como un tipo de recurso posible de lectura de nuestra América latina, ¿quien ha dicho que la cartografía solo puede representar fronteras y no construir imágenes de las relaciones y sus entrelazamientos, de los senderos de fuga y los laberintos?... nuestra historia, singular y colectiva, nuestros descubrimientos como nuestros amores , se parecen mas a las apuestas azarosas del clima o los sismos que a un viaje organizado provisto de un contrato de seguros… por esta razón los mapas metereológicos, rápidos y lábiles, o los lentos y pacientes que nos muestran las ciencias de la tierra profunda, con sus placas movedizas, líneas de fractura y puntos calientes, interesan hoy al filosofo mas que los antiguos mapas de carreteras. De esta manera la lógica cartográfica que permite entender una lectura fractal de nuestra diversa singularidad de objetos, expresaría de mejor manera textual o textilmente, los pliegues y repliegues, reveses, intertextos o intervalos, generados por las diferencias de planos y logos identitarios.72
Esto evidencia que ciertas políticas de registro aunque se desarrollen sobre la base de realidades no asimilan los cambios y transferencias culturales pues como lo indica la observación de la critica y la mirada de Martín-Barbero, la insuficiencia abarcaría sobre como se comportan y de que manera se establecen las lecturas, es básico que podemos armar una especie de Guía de Teléfonos de artistas pero ¿cual es su base epistémica? De ¿que madera podemos ordenarlos o clasificarlos? No me refiero a la reiterada crítica de lo inclasificable, pero si a la posición instrumental de este, recordemos a Foucault, el texto ya no es un texto sino una serie de puntos y líneas, que se han convertido en una caja de herramientas. Lo que quiero decir, es que no basta con una agenda publica, o con debates de patrimonios de lo intangible sino dan cuanta de la necesidad de reflexionar sobre el origen y destino de las operaciones de intervención sobre nuestro patrimonio, es en ese contexto en el que debemos avanzar y sobre los diagnósticos para arribar a las construcción de nuestros propios marcos de referencia.73 Esta conclusión elaborada por José de Nordenflyncht, no solo ratifica la insistencia sobre una base epistémica que mira de otra manera la condición de lo patrimonial, sino que la base instrumental de defensa o de participación va mas allá, que datos en línea o recursos informáticos.
La diversidad y heterogeneidad de los actores van mas allá que las políticas de búsqueda e investigación que solo anuncian, como un contexto desde la institucionalidad cartografiada y entregada a lecturas de industrias culturales.
Sobre lo anterior, José de Nordenflyncht remarca lo siguiente: se debe revisar los procesos de asimilación y transferencia dentro del marco de nuestra región (Valparaíso), que han sido legitimadas desde características y condiciones del patrimonio europeo, una serie de medidas que no están al alcance de la diversidad y de heterogeneidad74 de nuestra lectura local. Pues como lo hemos reiterado desde el apartado de dialécticas socio-espaciales y practicas culturales, las operaciones del patrimonio o la producción del espacio, obedecen a la materialización del sujeto sobre el suelo publico, y en muchos casos existe un tipo de patrimonio intangible, un tipo de lengua que pertenece a un orden y no se puede inferir y tampoco seguir canones y lecturas sobre impuestas para poder investigarla. La agenda publica en muchos, y en especial en este Valparaíso, a seguido una recorrido mediático entendiendo lo centralizado del esfuerzo y de las connotaciones simbólicas que dejadas a la intemperie muestran lo desprovisto de las políticas públicas sobre el tema del patrimonio (cabe recordar que desde 2001 el plan Valparaíso fue impuesta desde santiago, con evidentes desajustes y en marcados en el fenómeno administrativo fuera de una lógica ontológica).
De esta manera, y ante la evidente carga sobre la protección del patrimonio, es la operación sobre la participación y la ciudadanía vital, sobre este punto. De ¿que manera? pues el reconocimiento sobre su contexto y su historia cotidiana, son partes de un legado, donde la noción de interprete sobre la producción material es una especie de legado cultural determinado, decidir que es lo que se conserva, decidir que es lo que nos representa será mucho mas determinante que la destrucción y el olvido; de hecho, las construcción de las nacionalidades postcoloniales desde el proyecto histórico de sus oligarquías opera bajo esa estrategia, la cual solo se podría intentar revertir por medio de un complejo proceso de modernización y democracia participativa75, que en estos momento el gobierno ciudadano lo dejo en espera. Sobre el punto de la lectura del interprete en el cual la participación se construye como un valor inmaterial, podemos abrir una pequeña reflexión sobre la mirada del interprete y su base de representación sobre el mundo, ¿que es? en otras palabras la construcción de paisaje, sobre la experiencia de un Valparaíso acontecido.
La noción de paisaje se entiende bajo el reconocimiento de una relación entre la representación de un contexto y su materialización, que conlleva formas-procesos y sujetos que se entrecruzan con la noción de intérprete sobre la producción material como lo fijo José de Nordenflyncht anteriormente.
La configuración dentro del marco de la modernidad sobre paisaje se delimita sobre la realidad de la siguiente forma: La idea de paisaje se constituye por una disposición conceptual sobre el mundo y la representación, según Fernando Aliata y Gabriela Silvestri, la figura del paisaje probablemente constituya un último momento en el pensamiento occidental en el que visibilidad y conocimiento del mundo donde podían aparecer unidos. Los análisis recientes se han ocupado en desvendar la falta de correspondencia entre realidad y representación destacando el papel que ha jugado la mirada en la construcción de los paisajes. Ello lleva a Aliata y Silvestre (1994: 11) a sostener que la historia del paisaje es la historia de miradas. En el mismo sentido, Cosgrove destaca el proceso de construcción de dispositivos de visualización, es decir, el desarrollo de convenciones de representación del mundo exterior sobre una superficie plana… La diferenciación entre realidad y representación y el reconocimiento de la mirada como componente mediador permite también diferenciar la realidad y el espectador. El paisaje solo puede construirse a partir de la presencia de ambos, pero en forma separada, es esta diferenciación la que permite la construcción de un punto de vista, el establecimiento de un marco, de un interior y de un exterior.76 Podemos decir a partir de lo anterior, que el paisaje es producto de una cultura que construye significaciones como naturaleza, recordando a Aliata, las sociedades que han erigido desde jardines hasta parques nacionales han puesto en juego una estrategia cultural de hacer parecer como natural la naturaleza construida. Estrategias semejantes se observan cuando las poblaciones nómadas son fusionadas al paisaje del desierto del Sahara o de la selva tropical africana, por ejemplo, en los relatos de viajeros europeos del siglo XIX. 77
Esta observación de paisaje la veremos en el desarrollo del caso de Valparaíso, sin embargo dentro de la lectura de patrimonio es vital pues indica claramente que se entrecruzan no solo las definiciones de Aliata y Silvestri con la mirada activa de José de Nordenflyncht sobre la noción del interprete, paisaje y las configuración de la condiciones geográficas que son marcadas por las apropiaciones urbanas, adaptaciones del sujeto en el contexto, o las re-interpretaciones del habitar sobre la cota, condiciones de la topografía urbana habituales de Valparaíso, sino que son miradas sobre una producción de valor, de identidad y de distinción, donde los usos del concepto de patrimonio van mas allá que bienes reunidos por la historia de cada sociedad o características turística de la ciudad plasmada en los cerros. En realidad el entrecruzamiento de la noción de interprete junto con las miradas sobre el paisaje y la producción del sujeto sobre el espacio materializándose en cada una de las lógicas sobre la habitabilidad de la cota, son construcciones de huellas sobre la producción del espacio geográfico y profundos habitares de un trazo acontecido entre una existencia y otra.
Sin embargo hoy ¿que estamos haciendo en este momento para permitir la entrada de la diversidad de lo patrimonial, sobre la concepción de un pasaje cultural de hoy en Valparaíso? ¿Queremos resguardar la ciudad o quedarnos con los sueños decimonónicos, de un rescate solo de instrucciones de uso?
Así como lo expusimos en el párrafo anterior, la lectura de paisaje se refiere directamente a la construcción de una referencia desde un interprete, que representa una posición o localidad del cual son observados no solo una campo de acción sino de experiencias y desencuentros culturales, surge de manera constructiva desde este dialogo de entrermiradas otra condición que sustentaría la noción de intérprete y constructor de este tipo de paisaje, la noción referente cultural desarrollada por José de Nordenflyncht y Micaela Leal, a modo de operación comunitaria, esta noción presupone la producción de informaciones y la investigación de soportes materiales para documentarlas, pero significa algo más: un trabajo de elaboración de esos datos, de comprensión de la resignificación de bienes y prácticas realizadas por determinados grupos sociales, en vista de la construcción de un sistema referencial de la cultura de aquel contexto específico.78 Este tipo de noción y sumado a la reflexión sobre la participación ciudadana, pone de y relativiza el saber y una lectura potente sobre el poder, es decir, que significa, como se apropian y cuando constituye acervos patrimoniales activos de una sociedad determinada, esta practica social, entre el saber y el poder desde la participación ciudadana insta a una legitimación de políticas del patrimonio cultural , ya que la construcción y el fortalecimiento ciudadano no basta con la relación con el gobierno o los sectores de intereses privados , sino que hay que darle un estatuto al tercer sector en los temas emergentes de interés, en donde el patrimonio se integre a una extensa red de necesidades planteadas por su carácter de bien cultural y no renovable único y irrepetible79, ese tercer sector es en el caso de Valparaíso evidentemente fundacional, pues pone en lo central de la búsqueda a una potencia de origen con su producción cultural de un sistema patrimonial 80 para construir territorio. Ese tercer sector que se operativiza en la participación ciudadana se ejerce como un campo emergente de organizaciones sociales sobre el contexto de un paisaje entrópico de cambios y de heterogeneidades socioculturales.
Es así como se ha insistido sobre las miradas de lo diverso, lo desigual y lo múltiple como entradas posibles a este tipo de perspectivas y de lógicas patrimoniales contemporáneas, al mismo tiempo no creo que nadie se desvincule si decimos que no solo lo patrimonial (desde la lógicas hegemónicas, como lo hemos explicado anteriormente) es entendido como el arquetipo institucionalizado sino que es el negocio de barrio también, el primero que permito que la red de lazos sociales se estableciera y nos pudiera entregar una cuota mas de sedimento social. Sin embargo y para acotar este tipo de retóricas que podrían caer sobre un romanticismo populista, debemos entender de que manera los campos de lo social, en la base de estas nuevas lecturas de heterogeneidad también poseen no solo la base de una red de vínculos posibles sino una forma de aparecer a través de lo cultural, y además como lo hemos conversado y discutido dentro de esta presentación conceptual, como desde lo cultural a modo de episteme se configura una base de heterogeneidades que el contexto de nuestra modernidad o postmodernidad presenta como un campo de emergentes espacios socioculturales..
Sobre lo anterior, el entrecruzamiento que desarrolla Pablo Aravena en su texto de Trabajo, Memoria y Experiencia. Fuentes para la historia de la modernización del puerto de Valparaíso81, sitúa la construcción y la gestión del pasado no solo desde una mirada crítica sobre “nuestras raíces” sino que ve de que manera la lógicas postculturales del capitalismo han abierto una serie de prácticas sociales, y en espacial en relación al mercado, detalladas en las practicas turísticas y además en la construcción de la diversidad como soporte de la cultura postmoderna. Así desde tipo de vínculos ha surgido la observación de cómo lógica histórica82 dentro de los últimos años a abierto el debate sobre la identidad, memoria y experiencia de lo cotidiano a modo de capital cultura, sino recordemos a Canclini o las posiciones de Martín-Barbero.
La construcción del turismo sobre la posición de experimentar el pasado buscando lo otro, como expectativa, no solo es una mirada a un modelo hegemónico, sino es un comienzo de lectura a una visión multicultural desde la lógica capitalista. Es así como la apertura planteada desde Yudice y referida a Valparaíso desde Aravena posiciona la obtención de una diversidad cultural en beneficio de un flujo de proveedor de fuentes experienciales de lugares de mercado, pero esta etapa no es más que una dialéctica entre recursos y lo social, para elaborar lo que Yudice plantea como la cultura frente a las lógicas de mercado. Esta posición no solo ubica a la identidad, patrimonio y memoria de lo social como un nuevo campo de emergencia epistemológica, sino que posiciona la cultura como un recurso para alcanzar un fin83. Cabe recordar anteriormente cuando Yudice citaba a James Wolfensohn y hablaba que no solo la gestión cultural en manos de la industria de la cultura, genera una identidad reforzada en el proceso de la responsabilidad de desarrollo, sino que el fomentar y el amparar la cultura viva y las manifestaciones genera y demuestra desde análisis económicos que las inversiones en turismo, restauraciones y patrimonio promueven riqueza e ingresos84, sobre las llamadas industrias culturales y al mismo tiempo, contiene otro fines de pacificaron social de zonas conflictivas mediante inyecciones de fondos para que se desarrollen proyectos culturales y se comunique la diferencias y así crear condiciones seguras de inversión o como la formación de un capital social, puede o podría estrenar modelos de autogestión en vista de reducción del gasto social. En esta mirada que es enfocada por Aravena desde Yudice, no solo posiciona la cultura como recurso político sino que es posible instrumentalizarla sobre la causa cultural dejando en claro, que para conseguir reivindicaciones en lo que respecta a territorios (o marcar el territorio patrimonial), y recursos, no se han los partidos políticos quienes reciban estas problemas sino a través de los centros culturales, dejando como relevante que la cultura es entendida como una idea transversal de la sociedad, y anunciando como lo planeta Yudice, que la cultura es o se podría definir como el principal episteme de la cultura posmoderna.
Esta postura nos anuncia una clave interpretativa sobre un espacio de negociación y nos ubica en la certidumbre sobre las lógicas y las representaciones que se declaran hoy sobre la condición posmoderna y sus prácticas culturales como expresión de la espacialidad civil y la definición de lo cultural como un tema publico. El tema de la construcción de lo publico a través de los centros culturales, nos cabal de un poder de la diferencia dentro de la lectura del recurso de la cultura como una fricción que es posible espacializarla, no por le hecho de hacerse parte de este sistema sino por la necesidad transformada en un comensalismo, que es capaz de retratar un contexto, donde la cultura opera como un tipo de desarrollo múltiple, dentro de la cohesión social
Remarcando lo anterior, recordemos un par de nociones mas, Yudice plantea que las condiciones determinadas por la globalización lo que difunde la lógica prevaleciente de la acumulación es la diferencia y no la homogeneidad, y segundo en nuestra era las representaciones y las demandas relativas a la diferencia cultural son convivientes en tanto se multipliquen las mercancías y confieran derechos a la comunidad. En consecuencia las condiciones en las cuales desarrollamos nuestras culturalidades, nos deriva no solo a la re-lectura de lo subversivo o de la espacialidad múltiple, como un campo posible de distinción en el ámbito cultural, sino tal como lo hemos ido anunciando en los apartados anteriores, como desde su localidad el recurso y entendiendo la transversalidad sectorial como un trabajo de alianzas entre los actores o agentes culturales que junto a la intersectorialidad, es posible dar cuenta de manera concreta de un tipo de sistema nos podría entregar sobre la base de los centro culturales un nuevo campo emergente sobre lo cultural y las expresiones de identidad y memoria que no se encuentran en los espacios institucionalizados, sino fuera de ellos.
Autogestión, formación, pertenecen a estrategias o lógicas de recursos culturales mezclados con la mirada política, como lo vimos anteriormente, pero lo relevante de ésta postura es como los sujetos establecidos desde los espacios de narración son los posibles transformadores de sus espacios cotidianos.
Nuevos campos emergentes surgen como dialécticas de recurso y cultura, posiblemente dentro de un Valparaíso lleno de coexistencias y de contradicciones, a lo mejor sea necesario construir una red de observatorios sobre la coordinación de la información de indicadores y de estadios sobre lo cultural junto con la ejecución de la participación de la sociedad civil, como tercer campo, donde las condiciones de la heterogeneidad no solo se depositen como huella de una materialización cultural, sino que a partir de la representación que no será un ente descriptor sino articulara la espacialización y la tectonicidad de un paisaje entrópico sobre la liminalidad de la coexistencia social que se envuelve dentro de la geografía cultural de un Valparaíso acontecido.
Construir la cultura según episteme es posicionar al término cultural como un instrumento de lectura y códice sobre las condiciones contextuales del campo urbano. La cultura como episteme seria entendida como una modalidad de relación entre el pensamiento y el mundo que posibilita la existencia de diversos campos de conocimiento de la época sobre un contexto. Lo hemos comprobado con las lecturas de la cultura cuando pasan por el desarrollo material del sujeto y la ciudad como soporte, además como desde las nuevas tecnologías posicionan a un otro como mediador e interprete de las miradas que trasciende la pantalla y la observación, y por ultimo como la cultural posee la capacidad de inclusión al entregarnos un pensamiento múltiple, sobre las configuraciones sociales.
Estas configuraciones se disponen hoy en día, sobre diversos ámbitos socio-culturales y socio políticos, para formar parte de un sistema globalizado. La cultura según como lo hemos delimitado, es un proceso sobre las condiciones que hoy nos afectan y es una material de trabajo que se ratifica sobre lo que esta compuesto parte de nuestra ciudad que conforma territorio, y a su vez esto nos permite entender de que manera el sujeto materializa sus lecturas cotidianas y las construye desde la carne y la piedra de un paisaje entrópico cultural
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60 ver Garcia-Canclini. Culturas Hibridas. Ed. Grijalbo. Mexico 1999.
61 idem n60 p.181
62 idem n60 p.184
63 idem n60 p.183
64 Flores. Sergio. El acontecer infausto en un Valparaíso sorprendente. Ed Fac. humanidades UPLA y Universidad de Valparaíso. Valparaiso 2005
65 ídem n60 p.182
66 Ver a De Nordenflyncht, José. Patrimonio Local. Ed. Punta Ángeles. Valparaíso 2004.
67 La valorización de los planteamientos de la carta de Venecia, van sobre la imposibilidad de falsificación de la puesta en valor del arte y la historia. Con esto como lo detalla Myriam Waisberg I., en un texto llamado breves referencias al concepto de patrimonio, se ubica el punto central sobre el concepto del mismo, el cual aclara que ya no estaba solamente determinado a áreas de cuidado arquitectural sino a calidad de vida. Al colocar en valor la intención y expresión del proceso patrimonial. Ya en 1976, después del HABITAT se obtuvo con contundencia una reflexión sobre la dimensión de lo no renovable en el patrimonio dejando en claro que el equilibrio y el desarrollo de una conciencia colectiva y de identidad urbana, va de la mano con los bienes materiales y los valores que ayudarían a satisfacer el hombre. Marcándose de esta manera una visión hacia la sustentabilidad que en palabras de Myriam Waisberg I. apunta al desarrollo sustentable del crecimiento económico sobre el ámbito de la equidad social.
68 Podemos recordar desde siglo XVII sobre el respeto de los monumentos históricos hasta los Congresos de la Arquitectura Moderna (CIAM), instalando el movimiento historicista y de restauración histórica en las primeras décadas del siglo XX. Mas tarde y después de la Segunda guerra Mundial, ya inapelablemente fuera de cada uno de los postulados anteriores se funda una primera intencionalidad que es la Carta de Venecia, carta internacional para la conservación y restauración de los monumentos y sitios, configurando una serie de definiciones y operaciones de lógicas sobre el patrimonio que hasta el momento en muchos casos se usa de sobre manera para cuidar y inmovilizar zonas en franco deterioro. Desde una formulación teorica-critica sobre los valores históricos, cubriendo las áreas de financiamiento, y reparación y buscando la dignidad patrimonial como función útil de la restauración histórica, la puesta en valor sobre los procesos de desarrollo de los casos urbanos caracterizan de manera notable el inicio de las practicas patrimoniales, que sustentan las investigaciones históricas-arquitectónicas, sobre el estado de las estructuras socio-culturales. La valorización de los planteamientos de la carta de Venecia, van sobre la imposibilidad de falsificación de la puesta en valor del arte y la historia61. Con esto como lo detalla Myriam Waisberg I., en un texto llamado breves referencias al concepto de patrimonio, se ubica el punto central sobre el concepto del mismo, el cual aclara que ya no estaba solamente determinado a áreas de cuidado arquitectural sino a calidad de vida. Al colocar en valor la intención y expresión del proceso patrimonial.
69 Op. cit. n66 p.88
70 definición otorgada por la OEA, en su división de EDUCACION y CULTURAL. El nombre del documento tiene el nombre de PROGRAMA DE CARTOGRAFIA CULTURAL Chile. Se trata de un sistema de información territorial en lo que respecta al quehacer cultural, que es amplio, versátil y actualizable. Cuenta con tablas, gráficos y mapas que cruzan volumen, frecuencias y distribución territorial, así como información contextual construida a partir de fuentes secundarias, permitiendo un análisis multivariado de los resultados. Se realiza una constante revisión de fuentes secundarias disponibles y se efectúa el levantamiento de una red de informantes. Posteriormente se elabora el cuestionario, el cual se ha ido redefiniendo permanentemente. Luego se construye la red nacional de monitores que aplican el cuestionario en cada una de las unidades político administrativas del país. Esta aplicación del cuestionario se realiza contactando a los sujetos organizados en instituciones formales, pero también generando vínculos que permitan llegar a aquellos sujetos alejados de las redes formales. Con los datos obtenidos, se construye una base de datos y se realiza un proceso de normalización y depuración de la información recogida. Una vez seleccionada la información, se prepara la base de datos para la publicación del Directorio Nacional y se elabora el Atlas cultural.
71 reflexiones entorno a cartografía cultural de Chile. Resumen sobre la génesis del objeto cultural. Adaptación de la ponencia presentada al Seminario “Intercambio de bienes culturales e Imaginarios Sociales” por el Departamento de Estudios del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, en su momento (2003) División de cultura del Ministerio de Educación de Chile.
72 Op. cit. n51 p. 12
73 Op. cit. n66 p.89
74 Idem n66 p.89
75 Idem n66 p.117
76 Aliata, F., Silvestri, G. (1994) El paisaje en el arte y en las ciencias humanas. Centro Editor de América Latina, Buenos Aires.
Silvestri, G., Aliata, F. (2001) El paisaje como cifra de armonía. Ed. Nueva Visión, Buenos Aires.
77 ídem n76
78 LEAL, María Micaela “El turismo y la sustentabilidad perdida en áreas con valor patrimonial.”, en AA.VV. Ponencias Primer Congreso Internacional para la Conservación del Patrimonio Cultural, Organizado por el Comité Ecuatoriano de ICOMOS, Riobamba, 9-12 de noviembre de 1994, pág. 155
79 Idem n66 p.90
80 Idem n66 p.123
81 Aravena, Pablo. Trabajo, Memoria y Experiencia. Fuentes para la historia de la modernización del puerto de Valparaíso. Ed CEIP, U. Arcis y CNCA – FONDART. Valparaíso, abril 2006
82 Ídem n81.
Sobre este punto, al desarrollar la noción de lógica histórica el autor se sitúa sobre la relación de sociedad de producción y el tipo de flujo de experiencias que desde ella se desprenden basándose en la noción de deseo, para determinar que la construcción de esta sociedad industrial hace favorecer al turismo como una lógica de esta lectura postmoderna.
83 Op. cit. n81 p.18
84 Wolfensonhn , Jjames. Culture and Development at the Millenium” (1998). Citado por Patricio Goldstone en Turismo. Más allá del ocio y del negocio. Cita extraída desde Op. cit. n81 p.18
61 idem n60 p.181
62 idem n60 p.184
63 idem n60 p.183
64 Flores. Sergio. El acontecer infausto en un Valparaíso sorprendente. Ed Fac. humanidades UPLA y Universidad de Valparaíso. Valparaiso 2005
65 ídem n60 p.182
66 Ver a De Nordenflyncht, José. Patrimonio Local. Ed. Punta Ángeles. Valparaíso 2004.
67 La valorización de los planteamientos de la carta de Venecia, van sobre la imposibilidad de falsificación de la puesta en valor del arte y la historia. Con esto como lo detalla Myriam Waisberg I., en un texto llamado breves referencias al concepto de patrimonio, se ubica el punto central sobre el concepto del mismo, el cual aclara que ya no estaba solamente determinado a áreas de cuidado arquitectural sino a calidad de vida. Al colocar en valor la intención y expresión del proceso patrimonial. Ya en 1976, después del HABITAT se obtuvo con contundencia una reflexión sobre la dimensión de lo no renovable en el patrimonio dejando en claro que el equilibrio y el desarrollo de una conciencia colectiva y de identidad urbana, va de la mano con los bienes materiales y los valores que ayudarían a satisfacer el hombre. Marcándose de esta manera una visión hacia la sustentabilidad que en palabras de Myriam Waisberg I. apunta al desarrollo sustentable del crecimiento económico sobre el ámbito de la equidad social.
68 Podemos recordar desde siglo XVII sobre el respeto de los monumentos históricos hasta los Congresos de la Arquitectura Moderna (CIAM), instalando el movimiento historicista y de restauración histórica en las primeras décadas del siglo XX. Mas tarde y después de la Segunda guerra Mundial, ya inapelablemente fuera de cada uno de los postulados anteriores se funda una primera intencionalidad que es la Carta de Venecia, carta internacional para la conservación y restauración de los monumentos y sitios, configurando una serie de definiciones y operaciones de lógicas sobre el patrimonio que hasta el momento en muchos casos se usa de sobre manera para cuidar y inmovilizar zonas en franco deterioro. Desde una formulación teorica-critica sobre los valores históricos, cubriendo las áreas de financiamiento, y reparación y buscando la dignidad patrimonial como función útil de la restauración histórica, la puesta en valor sobre los procesos de desarrollo de los casos urbanos caracterizan de manera notable el inicio de las practicas patrimoniales, que sustentan las investigaciones históricas-arquitectónicas, sobre el estado de las estructuras socio-culturales. La valorización de los planteamientos de la carta de Venecia, van sobre la imposibilidad de falsificación de la puesta en valor del arte y la historia61. Con esto como lo detalla Myriam Waisberg I., en un texto llamado breves referencias al concepto de patrimonio, se ubica el punto central sobre el concepto del mismo, el cual aclara que ya no estaba solamente determinado a áreas de cuidado arquitectural sino a calidad de vida. Al colocar en valor la intención y expresión del proceso patrimonial.
69 Op. cit. n66 p.88
70 definición otorgada por la OEA, en su división de EDUCACION y CULTURAL. El nombre del documento tiene el nombre de PROGRAMA DE CARTOGRAFIA CULTURAL Chile. Se trata de un sistema de información territorial en lo que respecta al quehacer cultural, que es amplio, versátil y actualizable. Cuenta con tablas, gráficos y mapas que cruzan volumen, frecuencias y distribución territorial, así como información contextual construida a partir de fuentes secundarias, permitiendo un análisis multivariado de los resultados. Se realiza una constante revisión de fuentes secundarias disponibles y se efectúa el levantamiento de una red de informantes. Posteriormente se elabora el cuestionario, el cual se ha ido redefiniendo permanentemente. Luego se construye la red nacional de monitores que aplican el cuestionario en cada una de las unidades político administrativas del país. Esta aplicación del cuestionario se realiza contactando a los sujetos organizados en instituciones formales, pero también generando vínculos que permitan llegar a aquellos sujetos alejados de las redes formales. Con los datos obtenidos, se construye una base de datos y se realiza un proceso de normalización y depuración de la información recogida. Una vez seleccionada la información, se prepara la base de datos para la publicación del Directorio Nacional y se elabora el Atlas cultural.
71 reflexiones entorno a cartografía cultural de Chile. Resumen sobre la génesis del objeto cultural. Adaptación de la ponencia presentada al Seminario “Intercambio de bienes culturales e Imaginarios Sociales” por el Departamento de Estudios del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, en su momento (2003) División de cultura del Ministerio de Educación de Chile.
72 Op. cit. n51 p. 12
73 Op. cit. n66 p.89
74 Idem n66 p.89
75 Idem n66 p.117
76 Aliata, F., Silvestri, G. (1994) El paisaje en el arte y en las ciencias humanas. Centro Editor de América Latina, Buenos Aires.
Silvestri, G., Aliata, F. (2001) El paisaje como cifra de armonía. Ed. Nueva Visión, Buenos Aires.
77 ídem n76
78 LEAL, María Micaela “El turismo y la sustentabilidad perdida en áreas con valor patrimonial.”, en AA.VV. Ponencias Primer Congreso Internacional para la Conservación del Patrimonio Cultural, Organizado por el Comité Ecuatoriano de ICOMOS, Riobamba, 9-12 de noviembre de 1994, pág. 155
79 Idem n66 p.90
80 Idem n66 p.123
81 Aravena, Pablo. Trabajo, Memoria y Experiencia. Fuentes para la historia de la modernización del puerto de Valparaíso. Ed CEIP, U. Arcis y CNCA – FONDART. Valparaíso, abril 2006
82 Ídem n81.
Sobre este punto, al desarrollar la noción de lógica histórica el autor se sitúa sobre la relación de sociedad de producción y el tipo de flujo de experiencias que desde ella se desprenden basándose en la noción de deseo, para determinar que la construcción de esta sociedad industrial hace favorecer al turismo como una lógica de esta lectura postmoderna.
83 Op. cit. n81 p.18
84 Wolfensonhn , Jjames. Culture and Development at the Millenium” (1998). Citado por Patricio Goldstone en Turismo. Más allá del ocio y del negocio. Cita extraída desde Op. cit. n81 p.18
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