miércoles, abril 25, 2007

[AP] promenade ARCHITECTURAL part.2






PULENTO y REAL
observaciones sobre la cultura tectonica cotidiana
PROMENADE ARCHITECTURAL por VALPARAISO

[PULENTO y REAL será una serie de posts, sobre las observaciones sobre la cultural tectónica cotidiana, que se desdibuja no solo en la base de conceptos culturales que se deposita sobre la formas arquitecturales de hoy sino que se instalan sobre sus observaciones desde lo transdiciplinar al acontecimiento de la obra en relación al sujeto acontecido]
Espacio
Espacio como referente cultural

Paisaje espacial como huella matérica
Escenario 1
Paisaje matérico
Lógica heterotópica

Como ya lo hemos discutido la relación de la experiencia, la condición INSITU de la historia, lo social y sus espacializaciones van construyendo desde este conocimiento una serie de constructos y modelos de los procesos de la ciudad que aparecen a modo de huella sobre nuestro hacer y ser a su vez. Este tipo de huella material se dirige sobre un construir de una geografía intima, un develamiento de los tipos de lectura de lo cotidiano, que proponen un tipo de gramática de las diferencias tectónicas, y de la producción del sujeto sobre el espacio, en la relación habitante-ciudad. Este tipo de proceso que se instala mediante apropiaciones, re-significaciones y una serie de lecturas y huellas sobre la construcción del sujeto sobre el pasaje interior, es un detonante de un instrumento de lectura sobre la representación del hombre en la espacialidad privada y pública de Valparaíso, pero a su vez es la representación individual del acontecer de esta ciudad en sus espacios cotidianos. Es decir, la mirada que despliega el habitante es una huella material sobre la heterogeneidad de la relación sujeto y espacio, mediante el ACTO 1 de hacer-ser una marca, una huella, un juego de marcas.

De esta forma, la lectura sobre la escritura de la táctica de habitar en Valparaíso, y su representación formal y me refiero a la noción dialógica antes comentada, nos propone y construye una condición matérica del sujeto y su objeto, me refiero a su hacer-ser, su huella, que es potencia de ser. La huella matérica, se ubica y se entiende dentro del valor de una reproducción del significado y su transmisión que se despliega como una realidad material.

Nos vemos entonces, expuestos así a un Valparaíso que contiene una serie de huellas inapropiadas o improvisadas que develan no solo una falta de regulación o de estudio de crecimiento urbano, sino una franca representación de la libertad de lectura del habitante sobre su condición de habitar, una pluralidad local, que profundiza las nociones de re-significación y re-construcción de un pensar sobre la ciudad que desde los suelos, y desde sus estratos mas íntimos, configuran una relación sujeto –objeto en acto de potencia. Por tanto albergar a ese acto como acción del hombre sobre la naturaleza, propone la potencia de ser y de aparece como un tipo de elementalidad cotidiana y que se exterioriza por medio de las relaciones socio-culturales, y me refiero a entender como se organiza la espacialidad, por ejemplo de una reocupación urbana, (lo podemos ver en cualquiera toma cultural, en penalolen, o en cualquiera toma urbana, que la derivación de la ciudad se emplaza por las tipos de organización interiore de las sociedades elementales dentro de al toma, pequeños barrios, pequeñas capacidad de organización cultural) o simplemente de una interioridad expuesta, que configura una mirada por sobre el horizonte condicional del códice porteño y se materializa en la huella como representación de la realidad.

Frente a esta condición de acto como huella material, y su configuración a partir de las resignificaciones y las apropiaciones urbanas antes comentadas, podemos reconocer una partitura que sustenta el sistema de concepción espacial y que se resuelve, se despliega, sobre las diferentes formas de estructuras tectónicas y la indisoluble construcción del objeto a partir de la desintegración del límite como noción y proyecto, en el caso de las viviendas o de la espacialización publico-privado como también del cierre físico de la misma construcción.

Los estratos ya no son modelos dispuestos sobre estructuras y particiones resistentes, sino que las experiencias y la materialización del interior se vuelca sobre el exterior y genera un campo de rostricidad. Es decir la mediación entre los modos de producción2 del sujeto y las infiltraciones de sus re-significados y sus usos sobre su dimensión de lo cotidiano, articula e interpreta a la rostricidad, como un tipo cruce a modo una la elaboración de una huella que la manifestación de lo otro deja en la subjetividad3, es decir una serie de prácticas que estarían constituidas por su derivación dialógica4 como lo mencionamos en la notación de paisaje histórico-morfológico, desde donde una especie de equilibrio que construye la “cultura” de cada sujeto en medio de la red de relaciones social-espacio-temporales se produce y se constituye. Esta propuesta de transformación de la realidad, es una interacción social de un “imaginario”, frente aun entrelazamiento material de un palimpsesto operable, donde la bifurcación de esta práctica proyectual seria su lectura heterotópica5, es decir, la manera donde los espacios trabajan articulando acontecimientos diversos, referidos a trayectorias variables según lógicas internas y que derivan en su relación de uso y su discurso, junto con la relación temporal de sus usos o funciones (lectura heterocrónica), en definitiva es el espejo y reflejo de nuestros actos sobre la superficie.

Finalmente, se configura una huella matérica enfrentada a la geografía física, desplegando de lo interno sobre lo externo, y componiendo tectónicamente una condición básica y elemental, que es una figura sobre la horizontalidad y la superficialidad, que deposita la acción y la materialización del sujeto como huella. Con esto podemos pensar que la constructibilidad dada en los cerros de Valparaíso, da cuenta de una noción de horizontalidad diferente. Entendemos que es una ciudad vertical, dada por las diversas cotas habitadas que contiene la ciudad, también podemos pensar en las formas de apropiación de la horizontalidad, que frente el abalconamiento sucesivo y descolgamiento rotundo de muchos de los frentes privados, proponen una multicapa que es frecuente ver desde el plan de la ciudad. Sin embargo lo que contiene esa lectura, es un posible tipo de inversión del volumen expuesto y detallando un juego planteado desde los elementos arquitectónicos que se deforman topológicamente instalando desde el interior una profunda planta, que construiría una horizontalidad versátil, una memoria de los límites del proyecto.

Esta noción de horizontalidad versátil, seria la expresión tacita de cada vivienda, que experimentaría sobre su superficialidad, una lectura independiente de los diferentes elementos arquitecturales, que al estar sometidos sobre la contextualidad geográfica y dadas por la noción de la verticalidad configurarían no una planta regular, sino una planta fluctuante dependiendo de la deformación y programa que se desprendería como una notación vital dentro de esta cualidad de la horizontalidad. Recordemos que la huella de lo otro, como elaboración de la experiencia sobre el sujeto, puede dar cuenta de un uso múltiple y variado de las lecturas de un objeto, me refiero a que al estar sometidos sobre la noción de la exterioridad del sujeto siempre se busca un detalle, sobre el cual poder fijarse, me refiero al detalle, a una fisura o una huella que denote su permanencia en el contexto. Esta lectura podemos verla en la apropiación de cerros y las técnicas entrópicas o populares de contención como también en la detención de una cierta tipología de vivienda que da cuenta de la cota, como condición sine quanon de la geografía de la ciudad de Valparaíso.

Es así como la superposición de órdenes, que no corresponde a un alzado primario, sino que a un alzado de capas de historia reciente, construiría una profundidad, que tendría expresión en la huella de su materialización, y además en la capacidad de albergar la disolución de la forma, a modo de una entropía matérica. Esta lectura es una impronta sobre una conclusión posible de los paisajes de los cuales estamos estudiando, pues Valparaíso al ser un receptáculo y condensador de una lectura informada de esta ciudad, da pie para una retransformación de cada cuerpo social, y de una re-significación de cada individuo, viviendo una posibilidad siempre, una especie de paisaje de acontecimientos, de los cuales es difícil detenerse, pues la re-interpretación del sujeto sobre su contexto se dará mientras establezca una representación bajo el acto de huella, producción de sentido, inacabable y esencial constructo sobre una ciudad que mas que ciudad es un proceso.
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1 ....¿Que podemos esperar del hombre? Una sola cosa: actos. Pierre Joseph Proudhon
2 … los “modos de producción” son bases de una red compleja y contradictoria de articulaciones y desarticulaciones sociales, culturales, ideologías, políticas; y especialmente, se define también como un modo de producción de subjetividades colectivas tanto como individuales.
Gruner, Eduardo. El fin de las pequeñas historias. De los estudios culturales al retorno (imposible) de lo trágico. Capitulo, una cuestión de límites. Edición Paidos (espacios del saber) pp 79-80
3 Alan Read. Architecturally Speaking. Practices Of Art, Architecture And The Everyday. editorial: routledge 2000.
4 Muntañola, Josep. Serie de cuadernos Arquitectonics. Mind, Land & Society. Numero 2, Arquitectura, Modernidad y Conocimiento. Ediciones UPC. Barcelona 2002. Este tipo de concepto, aparece en el dialogo sobre la mutación moderna, de nuestra sociedad y la relación “entrelazada” que debería tener con las demás artes y ciencias; como desde el campo de la arquitectura, se instalan nuevas categorías sociales, culturales y políticas, que interactúan dentro de la historia “real” y “el espacio del relato”, el imaginario social.
5 Tenemos en primer término las utopías. Las utopías son los lugares sin espacio real. Son los espacios que entablan con el espacio real una relación general de analogía directa o inversa. Se trata de la misma sociedad en su perfección máxima o la negación de la sociedad, pero, de todas suertes, utopías con espacios que son fundamental y esencialmente irreales. Hay de igual modo, y probablemente en toda cultura, en toda civilización, espacios reales, espacios efectivos, espacios delineados por la sociedad misma, y que son una especie de contraespacios, una especie de utopías efectivamente verificadas en las que los espacios reales, todos los demás espacios reales que pueden hallarse en el seno de una cultura están a un tiempo representados, impugnados o invertidos, una suerte de espacios que están fuera de todos los espacios, aunque no obstante sea posible su localización. A tales espacios, puesto que son completamente distintos de todos los espacios de los que son reflejo y alusión, los denominaré, por oposición a las utopías, heterotopías: y tengo para mí que entre las utopías y esos espacios enteramente contrarios, las heterotopías, cabría a no dudar una especie de experiencia mixta, mítica, que vendría representada por el espejo. El espejo, a fin de cuentas, es una utopía, pues se trata del espacio vacío de espacio. En el espejo me veo allí donde no estoy, en un espacio irreal que se abre virtualmente tras la superficie, estoy allí, allí donde no estoy, una especie de sombra que me devuelve mi propia visibilidad, que me permite mirarme donde no está más que mi ausencia: utopía del espejo. pero es igualmente una heterotopía, en la medida en que el espejo tiene una existencia real, y en la que produce, en el lugar que ocupo, una especie de efecto de rechazo: como consecuencia del espejo me descubro ausente del lugar porque me contemplo allí. Como consecuencia de esa mirada que de algún modo se dirige a mí, desde el fondo de este espacio virtual en que consiste el otro lado del cristal, me vuelvo hacia mi persona y vuelvo mis ojos sobre mí mismo y tomo cuerpo allí donde estoy; el espejo opera como una heterotopía en el sentido de que devuelve el lugar que ocupa justo en el instante en que me miro en el cristal, a un tiempo absolutamente real, en relación con el espacio ambiente, y absolutamente irreal, porque resulta forzoso, para aparecer reflejado, comparecer ante ese punto virtual que está allí.
Articulo de Foucault, Michel. Los espacios otros. Revista Astrágalo n7 ed, celeste. Madrid 1997.
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links
PROMENADE ARCHITECTURAL / VALPARAISO part 1

Jose Llano
editor aparienciapublica
www.aparienciapublica.org
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