martes, noviembre 20, 2007

[AP] Del cinismo virtual y otras lindezas / Héctor Antón Castillo



Del cinismo virtual y otras lindezas
Héctor Antón Castillo


leido en W3art
Noviembre 14, 2007

Contra el minimalismo sentimental de Félix Gonzales-Torres o Christian Boltanski, Wilfredo Prieto propone una gestualidad sin antecedentes biográficos. Al “deshistorizar” el relato visual, el menos cubano de los artistas cubanos prescinde de la nostalgia como recurso humanista-sensiblero para abordar la crudeza manipuladora del presente. Como admite el propio W.P, se trata de un minimalismo simbólico interesado en concebir obras de lectura instantánea y digestión lenta. Tan sutil como evidente, el encanto de la operatoria contiene una dosis similar de riesgo: la actitud de provocar la indiferencia incide en que una pieza devenga mero objeto vacío en la mente de espectadores sin ansias de hallar el arte precisamente allí donde este no se ve.

Auspiciada por la Galería Nogueras-Blanchard, la nueva exhibición de Wilfredo Prieto en Barcelona reafirma una virtud de su proceder: no aferrarse a un repertorio material o iconográfico que le permita articular una serialidad pop o minimal en el sentido más clásico. Dentro de esta línea de apertura estratégica, una figura prometedora en el ámbito cubano es Orestes Hernández. Este jugador sin un terreno propicio justifica teóricamente su obra activando el motor de un taller de carpintería o encarga la ejecución de una bola de algodón modelada como un cerebro e impregnada de perfume francés.

Semejante libertad nada frecuente en los productores visuales de la Isla facilitó que W.P emplazara una alfombra roja en un recinto donde llegarían visitantes deseosos de contemplar buen arte. A primera vista, todo resultaba demasiado formal y carente de sentido. ¿Qué significa una pasarela sin las estrellas del espectáculo o los artífices de la prensa amarilla expuestos al guiño cómplice o a la mueca? Si el silencio constituye el verdugo del acontecimiento mediático, ¿valdría la pena recorrer una alfombra roja solo animada por el leve sonido de los pasos o el bullicio del rumor ahogado en sus mismas pausas? Por este camino, la única motivación era la ilusión de ser una celebridad acosada por admiradores fantasmas.

La alternativa del espejismo fashion se mantiene hasta que alguien consigue descubrir el detalle crucial de la intervención: bajo la vistosa superficie se concentraba el polvo acumulado en el suelo del espacio expositivo. Al revelarse el engaño del ojo, se lograba configurar el impulso alegórico y la carga irónica de la pieza. Entonces se requería consumir el simulacro reconociendo la primacía de lo real: cuánta miseria y olvido se esconden tras el glamour de los triunfadores gozando sus quince minutos de gloria ante las cámaras. ¿Es posible reconstruir la leyenda del “snobismo maquinal” de Warhol sin evocar la agonía precoz de Marilyn?

El tiempo de las ilusiones suele ser tan fugaz como perpetuo el eterno retorno de los desengaños. La alfombra roja de Wilfredo Prieto alcanza una dimensión poética desde su aparente falta de contenido: un artefacto emblemático de los sucesos publicitarios que se vuelve abstracto debido a la suma de equívocos que enuncian infinitas capas de situaciones reales e imaginarias.

El Talón de Aquiles de esta pieza radica en que podría tener igual cantidad de lectores como de no lectores hermanados en la tentativa de recepcionar el arte contemporáneo. ¿Qué se impone finalmente? ¿Una lectura instantánea o una digestión lenta? Sería ingenuo pensar que el espectador concretará el viaje de la apariencia a la esencia sin tropiezo alguno. Para algunos, sobrevivirá la belleza de una forma conocida. Para otros, el caos que desencadena la idea. Wilfredo Prieto se resiste al frustrante empeño de “ir al seguro”, una fantasía divorciada de la creación auténtica. Si el misterio que propone su alfombra roja obtiene conciliar la sustancia y la sombra en una conciencia agradecida, poco importará que el resto de los malogrados espectadores desaparezcan en el rechazo a probar la rotunda virtualidad del glamour.

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salonkritik
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Jose Llano
Arquitecto, Diseñador de Delitos & Coreografo del Deseo
editor aparienciapublica
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